Los nuevos paradigmas buscan alejarse de la vejez como sinónimo de enfermedad y apunta al trabajo desde espacios con actividades recreativas.

En la actualidad nos encontramos con que nuestra sociedad conserva, en su mayoría, una imagen del adulto mayor como transitando una fase descendiente, de inutilidad y de enfermedad, en la que ocurren sólo deterioros.

Los mitos, construcciones  sociales existentes, que producen y  refuerzan una representación de la vejez estereotipada, engloban a estas personas en unas pocas características, dando una especie de formato a todas aquellas que transitan por  este momento del curso vital.

Sin embargo hay que aclarar y sostener que este estereotipo no es representativo y que no corresponde a una condición, pues los adultos mayores no conforman un grupo homogéneo. Los modos de envejecer se diversifican tanto como las personas que envejecen.

Esto permite hablar de que existen también, personas capaces de captar el significado positivo de la vejez, que la viven con serenidad y dignidad, como un período donde aparece la compensación de pérdidas con ganancias y que da nuevas oportunidades de cambio y desarrollo.

Es posible, entonces, hablar de una vejez saludable desde lo psicológico, que no sólo  se refiere a la ausencia de enfermedad, sino que refleja a un adulto mayor que está preparado para  reconocer sus limitaciones, para aceptar los cambios y seguir adelante, es decir, es capaz de encontrar medios para sobrellevarlos de una manera creativa.

El tener un proyecto diario en el presente, ya sea una actividad, un que-hacer, una rutina que lo satisfaga y que lo conecte con el modo de estar en el “aquí y ahora”, le permite seguir reconociéndose como tal, sin la necesidad de recurrir al pasado. Un adulto mayor sano es aquel que tiene la capacidad de compensar pérdidas con las ganancias, entendiendo que solo  se trata de saber soltar a tiempo para tomar lo que viene y que no ocupa el lugar en el que la sociedad lo sitúa, sino que manifiesta competentemente sus molestias y desacuerdos, apreciando los recursos y herramientas con las que cuenta y así superar la posibilidad de responder con el rechazo, el auto-aislamiento o la resignación.

Desde el trabajo diario con adultos mayores, el espacio de la re-creación se convierte en herramienta pilar para acompañarlo en la reafirmación de su identidad ante los cambios que el paso del tiempo nos enfrenta, los cuales se hacen más evidentes en este momento, pero que se vienen generando desde edades más tempranas.

 En este contexto, las actividades recreativas organizadas y pensadas con el adulto mayor son de suma importancia ya que pueden propiciar las condiciones adecuadas para que en el “aquí y ahora” se abra lugar para el disfrute,  el sostén, la reflexión y el desarrollo de la persona re-descubriéndose con sus posibilidades y limitaciones, hallando alternativas nuevas, de manera tal, que pueda situarse saludablemente frente al envejecer.

Por tanto, el espacio recreativo debe tomar ciertas características que permitan el desarrollo y el protagonismo del adulto mayor, es decir, atender como punto de partida a las necesidades de los mismos y desde allí, construir los dispositivos a trabajar. Esta modalidad no se asienta en el  “hacer por hacer” ni se focaliza en “querer pasar un momento de entretenimiento” sino que compromete al adulto mayor en el auto-cuestionamiento y toma de conciencia de su proceso de crecimiento.

Innovar la imagen negativa de la vejez es, pues, una tarea cultural y educativa que debe comprometer a todas las generaciones y a todas las disciplinas. Existe la responsabilidad con los adultos mayores de hoy, de acompañarlos a captar el sentido de la edad, a descubrir y reconocer sus propios recursos a favor de la construcción de un envejecer saludable.

A la vejez no podemos, entonces, mirarla como un problema, sino, como una oportunidad, un desafío que debemos enfrentar, transitar y vivenciar. Reto que involucra a quien envejece, a su familia y a la sociedad, porque la vejez es desarrollo.

Invitada: Lic Valeria Echandía (M.P. 4.301) Psicóloga, especialista en Psicogerontología.

Sábado 19 de Octubre 2013


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