Las habilidades sociales son un conjunto de conductas que nos permiten interactuar y relacionarnos con los demás de manera efectiva y satisfactoria. Un aspecto interesante sobre ellas es que se pueden aprender, potenciar e ir desarrollándolas día a día con la práctica. Aunque bien es cierto que no siempre será sencillo debido al grado de complejidad que tienen algunas de ellas, tampoco es imposible conseguirlo.
Un aspecto importante que debemos tener en cuenta es que la cultura y las variables sociodemográficas son imprescindibles para entrenar y evaluar las habilidades sociales, ya que dependiendo del lugar en el que nos encontremos, los hábitos y formas de relacionarse cambian.
Por eso, no solo es importante tener un buen repertorio de habilidades sociales, sino que hay que saber cuándo y dónde poner esas habilidades en práctica. Esto último se conoce como competencia social.
Así, el hecho de poseerlas evita la ansiedad en situaciones sociales difíciles o novedosas, facilitando la comunicación emocional, la resolución de problemas y la relación con los demás, siempre y cuando se adecuen al contexto.

Si se carece de ciertas habilidades sociales el afrontamiento de las situaciones será pasivo, evitándolas y accediendo a las exigencias de los demás. Pero también se puede caer en la agresividad, imponiendo criterios e infringiendo los derechos de los demás.

Tipos de habilidades sociales

Existe un gran número de habilidades sociales, pero a nivel general podemos distinguir dos tipos que engloban y organizan al resto: las habilidades sociales básicas y las habilidades sociales complejas. Veámoslas con detalle.

Habilidades básicas

  • Escuchar. Oír no es lo mismo que escuchar, solo cuando somos capaces de atender de forma activa, cercana y empática a quien tenemos en frente, damos forma a ese primer escalón de nuestras interacciones sociales. Esta dimensión por muy básica que nos parezca, es algo en lo que solemos fallar en muchos casos.
  • Iniciar una conversación. Por curioso que nos resulte, saber generar una correcta apertura en una conversación dice siempre mucho de nosotros. Requiere soltura, requiere dotes de cortesía y cercanía, requiere positividad y esas dotes comunicativas donde no parecer amenazante o inseguro, sino todo lo contrario.
  • Formular una pregunta. Saber preguntar es saber reclamar y hacer uso también de una adecuada asertividad. Esta competencia social es de las primeras cosas que se enseñan a los niños en las aulas y las que más pueden ayudarnos en nuestro día a día, en casi cualquier contexto.
  • Dar las gracias. ¿Has conocido a alguien que no es capaz de dar las gracias? Saber reconocer al otro es una dinámica básica en cualquier relación personal o profesional. Es civismo y es respeto. No olvidemos nunca este gran tributo de las habilidades sociales.
  • Presentarse y presentar a otras personas. Lo hacemos en nuestros contextos de amistad y de familia y también en el ámbito laboral o académico. Saber introducirnos o introducir a otros es una habilidad básica muy importante.
  • Concertar citas: la capacidad de situar un evento en el futuro con otras personas es una habilidad muy útil a la hora de manejar la vida cotidiana en relación con los demás. Desde pedir hora en el médico hasta quedar con un cliente para cerrar una venta son acciones necesarias y útiles.

Habilidades complejas

Hay que tener en cuenta que es necesario aprender las primeras para desarrollar el segundo tipo de habilidades sociales y que cada situación demandará unas u otras, dependiendo de las características y dificultad de las mismas.

  • Empatía e Inteligencia Emocional. En la actualidad estas competencias son esenciales en cualquier dinámica y circunstancia. Es otra raíz que nutre de forma excepcional nuestras relaciones y que sin duda, debemos saber práctica con efectividad.
  • Asertividad.  Hacíamos referencia a ella hace un momento. En un mundo complejo como son las relaciones sociales, saber defendernos con respeto, hablar de nuestras necesidades, comunicar y escuchar y cuidar también los derechos ajenos es una habilidad de gran valía.
  • Capacidad para definir un problema, negociar y evaluar soluciones. Esta dimensión es algo que todos deberíamos practicar a diario y potenciar al máximo. De este modo, podríamos llegar a acuerdos con mayor facilidad, negociar y establecer metas donde ambas partes ganen.
  • Pedir ayuda. Tomar consciencia de que no lo sabemos todo, de que necesitamos consejo, apoyo u otras dimensiones es un acto de madurez. Saber pedirla con efectividad es ejemplo de un buen dominio de las habilidades sociales.
  • Convencer a los demás. Saber convencer no es manipular. Es saber argumentar, conectar y llegar a un entendimiento donde hacer ver al otro que determinada conducta o acto le puede ser más beneficioso. Crear impacto y hacerlo con respeto es un arte que vale  la pena aprender.
  • Autoafirmación: estar seguro de las propias decisiones y creencias, así como poder defenderlas y reclamar los propios derechos, son habilidades muy necesarias para la supervivencia en sociedad.

¿Por qué algunas personas no cuentan con habilidades sociales desarrolladas?

Las habilidades sociales, como todo comportamiento, están íntimamente relacionadas con las características personales de cada individuo. De esta forma, el comportamiento social de cada persona se forja desde la infancia a partir de su relación con el entorno familiar y social.
A lo largo de la infancia vamos moldeando nuestra forma de pensar, sentir y de actuar, ante las diversas circunstancias de la vida. En este sentido, los padres juegan un rol fundamental en el desarrollo de las habilidades sociales. Pues, en primera instancia, son quienes nos enseñan a “ser” y a “comportarnos”.
Son nuestros padres, y las figuras significativas de nuestra infancia, quienes nos enseñan a sentir seguridad, a sentir confianza en nosotros mismos, a expresarnos adecuadamente, a ser compresivos, respetuosos, asertivos, etc.
De esta forma, si desde pequeños aprendimos a sentir vergüenza, en lugar de una seguridad; a sentir enojo, en vez de comprensión; o a ser egoísta, en vez de empático; es muy probable que en la adultez no contemos con las destrezas sociales necesarias para relacionarnos adecuadamente.
Por su parte, si nuestro entorno no nos modela comportamientos sociales adecuados, no tendremos un referente que nos guíe hacia tal fin. A pesar de todo esto, hay una buena noticia: nunca es tarde para empezar a desarrollar nuestras habilidades sociales. Como todo comportamiento, este puede aprenderse y potenciarse.

Actividades para trabajar las habilidades sociales

Existen algunas técnicas efectivas que nos pueden ayudar a trabajar las habilidades sociales. A continuación presentamos algunas:

1. Reconocimiento emocional
Este ejercicio consiste en reunir una serie de imágenes en donde aparezcan una o varias personas, y luego tratar de reconocer las emociones que éstas están mostrando. Seguidamente, la persona puede tratar de definir en qué consiste esa emoción y nombrar sus manifestaciones más comunes.
Por ejemplo, si tomamos la imagen de alguien que parece enojado, podemos definir esta emoción como una respuesta desagradable que surge cuando nos sentimos contrariados o atropellados y sus manifestaciones pueden ser una postura rígida, alzar la voz, fruncir el seño, etc. Si no sabemos estos aspectos podemos investigarlos y así ir incrementando nuestros conocimientos sobre las emociones.
Así, vamos estimulando la cognición social, el vocabulario emocional y la empatía. Esta actividad es apta para niños, adolescentes y adultos.

2. Reacción emocional ante situaciones
Consiste e identificar cuál es la reacción correcta ante determinadas situaciones. Para ello, podemos hacer una lista de circunstancias cotidianas, como por ejemplo: un familiar enfermo, un amigo bromeando, tener un hijo rebelde, celebrar el asenso de un amigo, etc., para luego identificar cuál es la respuesta emocional más idónea.
Tomando en cuenta los ejemplos anteriores, las respuestas ideales serían: preocupación, en el caso del familiar enfermo e hijo rebelde; y alegría, regocijo u orgullo, al momento de celebrar el logro de un amigo.
Podemos acompañar esta actividad con imágenes que reflejen cada emoción para que la persona no solo asocie la respuestas mas idónea, sino también su expresión. Este ejercicio también es apto para niños, adolescentes y adultos.

3. ¿Qué expresión tiene?
Esta actividad es muy útil para niños y consiste en reunir una serie de imágenes en donde aparezcan una o varias personas, y refleje una situación mas o menos obvia. Por ejemplo, un grupo de personas en una reunión de trabajo, estudiando o en una fiesta.
Luego, se precede a ocultar la cara de una de las personas y proponer tres opciones de expresiones donde solo una será la correcta. En este caso, la persona deberá elegir la expresión que oculta la foto. La idea es ir incrementando la dificultad a medida que pasan las imágenes.

¿Por qué es tan importante un buen manejo de las habilidades sociales?

Como podemos observar, el tema de las habilidades sociales se encuentra presente en nuestra vida diaria, ya sea tanto por la presencia de estas como por su ausencia, tanto en ambientes familiares, laborales como entre amigos. Aprender y desarrollar estas habilidades en uno mismo es fundamental para conseguir unas relaciones óptimas y satisfactorias con los demás.
Son numerosos los beneficios que obtendremos con su puesta en práctica, como conseguir que no nos impidan lograr nuestros objetivos, saber expresarnos y tener en cuenta los intereses, necesidades y sentimientos ajenos. También nos ayudarán a obtener aquello que queremos, a comunicarnos satisfactoriamente con los demás y facilitar una buena autoestima, entre otros aspectos.

Fuente: síntesis del artículo web de «La mente es maravillosa», https://lamenteesmaravillosa.com/que-son-las-habilidades-sociales/ .


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Artículos de interés y actividades por la salud emocional