Marina es una joven de 29 años que llega a la consulta porque se siente completamente frustrada, una sensación bastante frecuente en los consultantes (¿a quién no ha visitado ese sentimiento tan amargo?). Lo cierto es que Marina (le he cambiado el nombre y alterado algunos de los datos para respetar el anonimato) llega con el expreso pedido de “dejar de ser celosa”; no quiere desconfiar más de su pareja y estar obsesionada con revisar el teléfono de su novio cada vez que él se va al baño. Refiere estar de novia hace 4 años y menciona que esta obsesión comenzó hace un año, de la nada.

A partir de su sinceridad y coraje en contarme algo que era bastante notorio que la incomodaba y que la posiciona en un lugar de vulnerabilidad, le pregunto para qué o cuál sería el sentido de abandonar estos comportamientos. Ella me mira en silencio y al poco tiempo responde “porque está mal” uno no tiene que controlar a su pareja, no es sano… al menos para mí. Igual tengo que decirte, yo siento que tengo un sexto sentido porque ya me pasó en otras relaciones. Yo sospechaba, había algo que me hacía pensar que me estaba engañando y entonces tarde o temprano confirmaba la infidelidad. Esto lo hace más difícil, saber que tenía razón.

Entonces avanzo en preguntarle si puede notar qué es exactamente lo que pasa por su mente en ese momento que la lleva a tener que revisar el teléfono de su pareja. Marina rápidamente me responde que comienza a pensar que la está engañando, que es una tonta porque siempre está para él y que seguramente él se esté riendo de ella con su amante.

Como vemos en el ejemplo de Marina, los celos no es solamente una emoción –  es una mezcla de muchos sentimientos poderosos, como el enojo, la ansiedad, la confusión, la sospecha, la desesperanza y también tristeza.

Normalmente decimos que nos sentimos celosos pero nuestros celos también involucran un rango amplio de pensamientos. Pensamos “Está interesado en alguien más” o “me va a abandonar”, “Va a encontrar a alguien más atractivo que yo”. Tenemos pensamientos sobre lo que deberíamos saber “Tengo que saber exactamente qué está sucediendo”.

Muchas veces tomamos acciones sobre nuestros celos buscando reaseguro y haciendo preguntas incómodas a nuestra pareja.

Como podemos ver, los celos “no son solamente una emoción”, es un conjunto de emociones, sensaciones, pensamientos, comportamientos, preguntas y estrategias para controlar nuestro malestar y los comportamientos de nuestra pareja.

Sentir celos no es el problema principal, el problema viene con todos los comportamientos y estrategias de control que se encuentran aparejadas y que nos meten en problemas.

Otro punto a contemplar en relación a los celos es el nivel de compromiso e inversión que realiza la persona en la pareja. Durante las primeras etapas de la relación, generalmente hay una inversión pequeña, por lo que los celos suelen ser mínimos también. En la medida en la que uno se involucra más con la otra persona, invierte más y por ende tiene más para perder.

Por un lado, los celos también dependen de la intimidad emocional que experimenta la pareja. Cuanto mayor es la intimidad, más vulnerable es uno a temer la pérdida de esa intimidad. Rara vez somos celosos en relaciones que consideramos superficiales o casuales. De hecho,  algunas personas desean deliberadamente mantener superficialmente las relaciones para minimizar el riesgo de ser lastimado por la traición o rechazo. Si la relación se percibe como superficial, entonces hay menos riesgo de sentir celos. Evitar la intimidad es más común de lo que uno podría esperar. Generalmente asumimos que todo el mundo está buscando compromiso e intimidad. Por otro lado, algunas personas pueden intencionalmente provocar una respuesta de celos en sus parejas con la finalidad de buscar reaseguro y reafirmar la idea de que su pareja está comprometida.

Un intento por reducir la incertidumbre

La incertidumbre es una de las principales causas de los celos. Si te sientes inseguro sobre la relación, te ubicas en una posición de mayor vulnerabilidad y tienes más posibilidades de sentir la amenaza de que tu pareja pueda interesarse en alguien más. Esto se suele ver en aquellas parejas que ya han invertido algo en la relación.

La incertidumbre es un elemento importante en la preocupación: aquellos que se preocupan ven a la incertidumbre como un mal resultado y ven a la incertidumbre como inaceptable (Dugas, Buhr & Ladouceur, 2004) Marina en este sentido, al momento de iniciar nuestros encuentros lo decía muy claramente: “ella no podía tolerar la idea de que su pareja le fuese infiel, necesitaba sacarse la duda” y cada comportamiento fuera de lo común, era un disparador de su incertidumbre por más que una y otra vez no encontrara nada en el teléfono de su novio. Lo que verdaderamente sucedía era el hecho de que Marina  no  lograba hacer un espacio a la ansiedad que surgía como consecuencia de esos pensamientos y por lo tanto ponía en marcha una serie de comportamientos en pos de evitar dicho malestar. El tema es que mientras no encuentre pruebas, quedará la incertidumbre de que la evidencia está por ser descubierta.  La investigación apoya esto, cuanto más se percibe la incertidumbre en la relación, mayor probabilidad de sentir celos (Bevan & Tidgewell, 2009) El problema con la incertidumbre es que uno nunca puede tener “suficiente certidumbre”.

Esa prisión llamada “celos”

Los celos poseen vida propia. Cuando estamos celosos, nos encontramos secuestrados o prisioneros por pensamientos y sentimientos que nos hacen creer que nuestro mundo se viene abajo, que necesitamos hacer algo de manera urgente. Necesitamos tener “respuestas” de manera inmediata ya que de lo contrario, se podría desencadenar un torbellino emocional difícil de controlar.

Cuando sentimos celos nuestro sistema parasimpático se activa, por lo que activamos un mecanismo de ataque o huida, estamos hiperalerta, vemos a otras personas como amenazas y los pensamientos o sentimientos de nuestra pareja pueden ser signos de traición. Se ponen en manifiesto creencias nucleares que activan sesgos de confirmación por lo que automáticamente buscamos información que confirme nuestras creencias preexistentes. Ojalá esto fuera todo, pero no. Nuestra memoria también se dirige a la búsqueda de información que confirme el sesgo “mis novios anteriores me traicionaron, así que es probable que él en algún punto me traicione y me abandone como los otros”  Nuestra mente en piloto automático al 100%.

A todo esto le podemos agregar el condimento de las reglas. Las reglas son ideas y asunciones que tenemos sobre nosotros mismos y otras personas. Las reglas operan de manera automática. Por ejemplo: “Ya me traicionaron, no tengo que creer en nadie porque al final las personas no son de fiar”. En el transcurso de las sesiones identificamos varias reglas en el discurso de Marina. Tal vez, una de las más salientes fue “él siempre tiene que estar disponible y dejar todo a la vista para que yo confíe”

Finalmente como si todo esto no fuera poco, Marina solía desplegar una serie de comportamientos que terminaron tensando la relación a tal punto que su temor porque su pareja la abandonara, comenzó a convertirse en una profecía autocumplida.

Solía desplegar un interrogatorio hacia su pareja incluyendo preguntas que exigían hasta el más mínimo detalle de lo que había estado haciendo y con quién. El deseo de Marina por saber todo los detalles era muy alto. En algún punto creía que cuanto más información obtuviera por parte de su novio, mejor funcionaría para ella y menos ansiedad tendría.

Lo que Marina no lograba visualizar era que cuanto más interrogaba a su novio, más a la defensiva él se ponía ofreciéndole respuestas del tipo “pero mi amor, yo no he hecho nada” lo que le ofrecía a la prueba de que algo estaba ocultando.  Esto iba generando un círculo vicioso en donde se perdían de vista los costos que se pagaban por estos comportamientos.

Otro comportamiento bastante frecuente es la búsqueda de pistas que te guíen a la infidelidad. Por lo que la persona se involucra en una serie de comportamientos orientados a buscar ese mensaje, esa llamada que confirme que su pareja le está siendo infiel. Aquí cabe destacar un punto interesante: la persona asume con anterioridad que su pareja le es infiel y lo que sucede es que está tratando de confirmar que tiene razón. Cuanto más te embarcas en la búsqueda de pistas, menos disponible te encuentras para la intimidad, la relajación y el placer con tu pareja. Lo que verdaderamente debes preguntarte al igual que mi conversación con Marina es si realmente este comportamiento de buscar pistas te sirve, si funciona para tí.

La literatura marca la existencia de otros comportamientos frecuentes en el acto celoso como por ejemplo: disminuir el tipo de interacción con tu pareja para que progresivamente se pregunte si algo te está sucediendo y aumentar así la atención hacia ti, acusar directamente a tu pareja de ser infiel sin tener pruebas esperando la confirmación y amenazar con terminar la relación si no modifica su comportamiento (Leahy, 2018).

Al observar algunas de las estrategias más comunes que se utilizan cuando una persona se siente celosa, lo que uno debería poder preguntarse ¿qué esperas lograr con esa estrategia? y si te funciona a largo plazo.  Puedes pensar que no tienes otra opción, pero la tienes. Puedes considerar si es la única manera, y mucho menos la mejor manera, de generar respeto, confianza y amar. Cada una de estas estrategias tiene una lógica que podría tener sentido y, en algunos casos, podría ser útil, pero cada una de estas estrategias tienen una desventaja potencial, por lo que debes sopesar los riesgos.

No eres la única persona que actúa con estrategias celosas — muchos hacen esto y más. La terapia cognitivo conductual es un modelo de terapia ampliamente estudiado y que ha desarrollado modalidades de intervención que pueden ayudarte si notas que los celos se han convertido en un problema en tu relación.

Fuente: Gabriel Genise, Dr. en Psicología, especialista en terapia cognitiva infantojuvenil. www.psyciencia.com


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Artículos de interés y actividades por la salud emocional