Nota publicada en diario Puntal el día 1 de diciembre de 2012.

Los tratamientos correctivos, como los anteojos, suelen tener más resistencia en la familia que en los chicos. Cómo otras patologías afectan a los adultos

Aunque no suelen ser tenidos en cuenta más que cuando tocan directamente a la familia, los problemas de visión y los tratamientos médicos para corregirlos pueden tener un alto impacto psicológico en las personas. En particular, cuando se trata de niños, a pesar de que las dificultades están principalmente en el entorno familiar. En esta entrevista, la oftalmóloga infantil Susana Zabalo (MP 20853)*, da cuenta de cómo esos problemas inciden en la vida cotidiana y la autoestima de los más chicos, y cómo prepararse para enfrentarlos.

-¿Cómo impacta en los niños, el uso de anteojos?

-Cuando los niños realmente necesitan anteojos para tener un normal desarrollo de su visión, los usan felices, y no hay nigún tipo de inconvenientes. En estos casos, el niño es el primero que los acepta, porque a los dos tres días de empezar a usarlos se da cuenta de que ve bien, que le hace bien. Después, ya los busca él solo. Es decir, el niño los acepta y los incorpora muy bien, sobre todo cuando se trata de chicos pequeños. Sin embargo, en los casos de chicos pequeños, la mayor parte de los inconvenientes vienen de la familia, sobre todo en los padres y los abuelos, que no pueden asimilar que a tan corta edad necesite usar lentes. Esto se revierte cuando los adultos comprenden que es importante que los use, cuando lo apoyan y lo ayudan a hacer el tratamiento. Al ver que el mismo niño busca los anteojos y que éstos le ayudan a ver bien, lo terminan aceptando.

Lo complicado es cuando el oftalmólogo tiene que decirles a los padres que su hijo tiene un problema y que debe usar anteojos. Este es un momento crítico, donde es muy importante desempeñar nuestra función como médicos y profesionales: llegar a los padres con una explicación suficiente para que entiendan la importancia del tratamiento. Si se logra esto, la situación no es vista como un problema por la familia, a pesar del primer impacto.

-¿Qué consejos se les pueden dar a los padres?

-Es fundamental que tengan diálogo con los niños, y que les puedan dar contención. Hay que lograr que los padres comprendan la importancia que tiene esto. Pero el simple hecho de que el niño está contento y que usa bien los anteojos ya los ayuda bastante. Se debe tener en cuenta que el anteojo es para el niño, y no paara el papá o la mamá. Un secreto es que los padres no se prueben los anteojos, y que nadie use los anteojos. Tiene que confiar en el criterio del profesional que han elegido, porque nadie puede ver bien con los anteojos de otra persona. Si el papá se prueba los lentes del niño, va a empezar a dudar si realmente le hacen bien o no.

-¿El estrabismo produce un impacto fuerte en la vida cotidiana de los chicos?

-El estrabismo es un caso diferente, porque el niño nota que es distinto a los demás. Los que son muy pequeños, que tienen menos de dos años, todavía no lo advierten, pero desde que comienzan jardín en adelante se dan cuenta de las diferencias que tienen sus ojos con los de sus compañeros. Esto sí suele afectar directamente la autoestima del niño, sobre todo cuando van creciendo y empiezan a tener una vida social más intensa. Algunos adultos conviven con las secuelas de esta patología a nivel emocional, pero lo bueno de este cuadro es que hay tratamiento a cualquier edad, para niños y para adultos: se hace con lentes, con parches o con cirugía. Pero se resuelve perfectamente.

-¿Qué otros casos suelen tener un impacto a nivel emocional?

-Los de las personas que sufren alguna discapacidad visual o que no tienen visión. Hay dos situaciones diferentes. Por un lado, están los niños que nacen sin visión, que en realidad no tienen un problema psicológico por esto, porque no saben lo que es ver ni ser diferentes. En estos casos, el principal problema es de la familia. Es muy importante el trabajo profesional para que la familia pueda aceptar esta situación, porque sólo así lo van a poder ayudar. La contención psicológica a los padres es fundamental. Casi siempre, el momento en que los chicos empiezan a estar mejor es cuando los papás ya han asumido la discapacidad de su hijo.

-¿En el caso de los adultos, qué problemas afectan a nivel emocional a las personas?

-Se da más en los casos de personas que veían y luego perdieron la visión. En estos casos, el impacto psicológico es marcado. En muchos casos, necesitan ayuda profesional, porque hasta tanto no asumen la situación, no pueden evolucionar y seguir adelante. Es más complicada la situación, porque la persona tiene que aprender de nuevo a manejarse en la vida.

*Profesional invitada. Socia del Colegio Medico Regional Río Cuarto.


Escuchá la entrevista a la oftalmóloga Susana Zabalo realizada en el micro de Informar Para la Salud en FM Digital 91.9 el día 04 de diciembre de 2012:


Informar para la Salud 6a


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