El engaño y la manipulación de las mujeres que son explotadas sexualmente les produce lesiones severas y les deja secuelas profundas a nivel emocional

La trata de personas se visibilizó masivamente como con la desaparición de la joven Marita Verón, en el año 2002. No es que antes no existiera, sino que no se lo consideraba un asunto de interés público. A partir de allí, el problema se instaló fuertemente en los medios y en la opinión pública. Pero pasarían varios años hasta que entrara en el debate legislativo. Recién en abril de 2008, el Congreso Nacional aprobó la ley 26.364, de prevención y sanción de la trata de personas y asistencia a sus víctimas, promulgada luego por la Presidenta. Esa misma ley fue modificada por otra a mediados de diciembre del año pasado. También durante 2012 –a fines de mayo- la Legislatura de Córdoba aprobó su propia ley de lucha contra la trata de personas, que prohibió el funcionamiento de cabarés y whiskerías y que pena el proxenetismo.

En torno al tema de la trata de personas gira la tesis de licenciatura de Romina Tisera Doña* (“Daño psicológico en mujeres víctimas de trata explotadas sexualmente: estudio de un caso en la ciudad de Río Cuarto”), que con ese trabajo egresó de la carrera de Psicología de Cervantes Estudios Superiores. A continuación, se reproducen algunos de los puntos salientes de la investigación, en un texto escrito por la propia autora.

La trata de personas, conocida hoy como la “esclavitud de siglo XXI”, es un delito que atenta contra los derechos humanos vulnerando la esencia de la persona: su  integridad física y psicológica, su libertad y dignidad. Es el alquiler o la compra y venta de seres humanos que comienza con la captación y traslado de personas, donde el factor engaño está presente en la gran mayoría de los casos y termina con la explotación de la misma. El 90% es de explotación sexual, afectando mayormente a mujeres, aunque cualquier persona de ambos sexos y de cualquier edad puede ser víctima de éste flagelos

Se pudo observar el daño psicológico que presenta una mujer al pasar por tal situación, instaurando lesiones  y secuelas significativas a lo largo de su vida. Entre los síntomas identificados se mencionan: dependencia extrema, rabia u hostilidad, desconfianza y conducta agresiva, sentimientos de culpa, baja autoestima, aislamiento, ansiedad, temores, necesidad de control, depresión, pesadillas, quejas somáticas, desordenes del sueño y en la alimentación. A demás, se percibió la presencia de: Trastorno de estrés postraumático: re-experimentación, evitación y aumento del estado de alerta; victimización primaria y secundaria; rechazo y agresión al sexo masculino y la imposibilidad de poder nombrar la situación traumática.

Sin duda la asistencia psicológica es el primer paso para el manejo y control de estos síntomas, como así también será necesario y fundamental del acompañamiento y contención de la familia, donde las victimas puedan sentir seguridad y protección, sin caer en el error de la sobreprotección.

Es de sumo interés que la sociedad conozca sobre esta temática porque, como se mencionó anteriormente, es un delito que afecta y perturba la psiquis humana instaurando innumerables perturbaciones psicológicas en las víctimas que lo han padecido. A demás es un delito en el cual nadie está exento a sufrirlo, es por ello que es necesario prevenir estas situaciones a través de la educación (rompiendo con ideologías machitas y de consumismo humano) y el conocimiento de la temática.

Las víctimas son mantenidas en esclavitud a través de  una combinación de miedo, intimidación, abuso y controles psicológicos. Las victimas de trata tienen la particularidad de que en su mayoría no proporcionan fácilmente información de manera voluntaria, debido al temor a las represalias que puedan realizar sus tratantes en contra de ellas o sus familiares, o por al abuso que han sufrido de parte de ellos o por la desesperación, desaliento o el sentimiento de que no hay posibilidades viables para salir de esa situación.

En otros casos esto se debe a que no pueden reconocerse como víctimas. Sin embargo hay indicadores que revelan que una persona es víctima de trata: problemas a nivel físico y psicológico -estrés post trauma o desordenes psicológicos-.

Cabe destacar que ciertas creencias y/o prejuicios tales como la creencia generalizada e inculcada en las personas desde temprana edad de que los hombres poseen derechos sobre el sexo femenino o la legitimación de las necesidades masculinas, la idealización de la mujer como objeto sexual y la adquisición de los servicios sexuales por dinero, son los factores que fomentan y perpetúan la trata de personas.

 Invitada: Lic. Romina del Rosario Tisera Doña, psicóloga  (M.P. 8365)


Escucha la entrevista en el micro de Informar Para la Salud en Fm Digital 91.9 realizada el día 20 de agosto de 3013:


Daños psicológicos en las víctimas de la trata de personas


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