En los últimos años se volvió común ver en la adultez casos de bulimia, anorexia, atracones, típicos de la adolescencia. Consideraciones de la problemática en es este grupo etario. 

Cada vez son más las mujeres a las que se les diagnostica un trastorno alimentario, entre sus 40 y 50 años. Puede que lo hayan padecido durante años sin nunca haber buscado ayuda, que hayan sido tratadas en su juventud y sufran una recaída, o haberlo desarrollado por primera vez en esta etapa de su vida.

La menopausia es la cesación permanente de la menstruación y la capacidad reproductiva, que se produce entre los 40 y 50 años. Además de los síntomas típicos -sofocos, enrojecimiento facial, sudoración, insomnio, entre otros- se producen alteraciones a nivel emocional: irritabilidad, insomnio, ansiedad, miedo y suele ir acompañada con una distorsión en la percepción de la imagen corporal.

Son muchos los factores que se pueden conjugar para dar lugar a los trastornos alimenticios o a su reaparición. Pueden ser divorcios, dificultades para llevar a cabo el rol materno, la muerte de los padres o pareja, problemas económicos o profesionales, el síndrome de nido vacío o los cambios fisiológicos debido a variaciones hormonales.

A nivel corporal, el inicio de este período, supone el incremento de 2-3 kg de peso, y aumento de la cantidad de grasa, la cual se localiza en la zona abdominal. Frente a estos cambios, algunas mujeres se ven excedidas de peso, les aparece una “barriga” que nunca antes habían percibido, aumentan sus exigencias, aparece la  ansiedad, se deprimen y aparecen los trastornos.

Generalmente, las pacientes que desarrollan complicaciones alimentarias, tienen un perfil marcado, son dietantes inquietas, son estrictas con su alimentación y esto ya no les alcanza, por lo que recurren al consumo de diuréticos, sustancias adelgazantes, tratamientos estéticos, hiperactividad física, ayunos prolongados, lo que conlleva aparejado desequilibrios alimentarios.

Los trastornos más frecuentes en este período de la vida son:

  • La anorexia nerviosa en donde se mantienen hábitos alimentarios severamente estrictos y ayunos prolongados.
  • Bulimia, que se caracteriza por comer compulsivamente y no sentirse satisfecha, acompañada de conductas compensatorias (vómito).
  • Otro desorden común, es el “atracón” o been eating, que es cuando el paciente come compulsivamente pero no tiene conducta compensatoria.

Este atracón puede ser objetivo, cuando se come realmente una gran cantidad de alimentos; o subjetiva, la persona tiene la sensación de que ha comido mucho cuando en realidad no lo hizo. Frente al alto consumo de alimentos, las pacientes se someten a una dieta restrictiva o a extenuantes sesiones de gimnasia para compensar la ganancia de peso. En algunos casos cuando no logran compensar, recurren al uso de laxantes.

Todo esto lleva al déficit de nutrientes necesarios para esta etapa, deshidratación, descompensación, arritmias, osteoporosis, aumento de lípidos sanguíneos, problemas cardíacos, de diferente severidad, que ponen en riesgo la vida de ese grupo etario.

Lo alarmante de esta problemática, es lo difícil que resulta realizar un diagnóstico, ya que, los médicos no suelen sospechar de patologías de estas características en edad adulta; y hasta la misma persona desconoce padecer un trastorno alimentario.

Acerca del tratamiento, suele ser más difícil, ya que, a diferencia de los adolescentes, las mujeres adultas son independientes. Para que este sea exitoso tiene que ser especializado, contar con una estrategia multidisciplinaria, que incluya psicólogo, médico-ginecólogo, nutricionista y actividad física personalizada.

Alimentación saludable en menopausia:

  • Disminuyen las necesidades de energía un 5%, por lo que deberá disminuir el consumo calórico.
  • Reducir el consumo de grasas saturadas (vísceras, embutidos, manteca, mayonesa, snacks, etc.) debido a que en esta etapa aumenta la grasa corporal total.
  • Consumir 3-4 raciones de lácteos descremados y fortificados con vitamina D, diariamente para evitar osteoporosis.
  • Aumentar el consumo de frutas y verduras (3 raciones de frutas y 2 de verduras)
  • Incluir pescados y carnes magras a diario.
  • Es fundamental consumir cereales integrales y legumbres, para un correcto aporte energético.
  • Limitar consumo de bebidas azucaradas, alcohólicas y la sal.
  • Practicar ejercicio físico regular, adaptada a la condición física personal.

 Lic. Florencia Córdoba.

Nutricionista – M.P. 3348

Miembro de Fundación Clínica de la Familia


Nota publicada en diario Puntal el sábado 20 de mayo de 2017.

Informar para la Salud - 23-07-16


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