La falta de sueño influye negativamente en la vida de una persona, afectando aspectos cognitivos, anímicos, sociales y laborales. En el artículo se brinda información acerca de esta problemática. 

El insomnio es una alteración de la cantidad o calidad del sueño. Generalmente se expresa como la dificultad para dormir o permanecer dormido. Todas las personas padecen alguna vez en su vida un episodio de insomnio, sin embargo cuando esta situación se mantiene durante semanas o meses es necesario realizar una cuidadosa evaluación del cuadro.

La falta de sueño puede afectar de modo negativo la vida de la persona que lo sufre, provocando deterioro en áreas importantes como la cognitiva, anímica, social y ocupacional, entre otras.

Existes dos tipos de insomnio, el de inicio, es cuando los problemas son para conciliar el sueño, dentro de los primeros 30 minutos. Y el de mantenimiento, cuando las dificultades se presentan para sostener el sueño, produciéndose despertares nocturnos de más de 30 minutos de duración, o despertando definitivamente de manera precoz, consiguiendo un tiempo total de sueño escaso.

El número de horas de sueño necesarias varía de unas personas a otras. Aunque la media diaria es de 7 horas y media, existe un rango que oscila entre 4 (“poco dormidores”) a 10 horas (“grandes dormidores”), considerándose estos valores dentro de la normalidad.

Según el tiempo de evolución, el insomnio puede ser: transitorio  (sólo unos días o semanas), o crónico (meses o años).

Las causas del insomnio son variadas. Muchos trastornos de salud preexistentes pueden generarlo: cardiopatías, enfermedades respiratorias, endocrinológicas y hasta dolores musculares forman parte de una larga lista. También puede provocarlo algunos medicamentos. Los motivos psicológicos se encuentran entre los más relevantes. De hecho, la mayoría de los casos de insomnio se deben al estres, ansiedad, depresión y esquizofrenia. Aunque en muchas ocasiones no es necesario hablar de patologías vinculadas al insomnio, situaciones tales como preocupaciones laborales y económicas, problemas familiares, conflictos conyugales, pueden ser motivos suficientes para no lograr conciliar el sueño.

El insomnio también puede darse como consecuencia de otros trastornos del sueño que, en muchos casos, son desconocidos para quienes lo padecen, tales como las apneas o alteraciones en el ritmo circadiano.

Existe una forma de insomnio que se da como consecuencia de una gran demanda física o psicológica. Sin embargo, una vez superada esa situación de demanda externa, el problema para dormir persiste, se trata en este caso, de un insomnio condicionado.

Los síntomas característicos de esta problemática son: Dificultad para quedarse dormido; Despertares continuos durante la noche; Sueño poco reparador; Somnolencia durante el día; Cansancio y debilidad; Irritabilidad y trastornos cognitivos (fallas de memoria, de atención y de concentración).

El diagnóstico de insomnio es realizado por un médico a través de una historia clínica completa, examen físico y en algunos casos un estudio de sueño, como la polisomnografia.

Para la prevención y tratamiento de esta problemática es posible adoptar algunos hábitos que favorecen el buen dormir y que consisten en mejorar la higiene del sueño, controlar los estímulos que provocan el insomnio y regular los horarios, entre ellos se sugiere: No ir a la cama hasta tener sueño; Evitar agentes externos que produzcan ruidos y que puedan interferir en el sueño, como los teléfonos celulares o la televisión; Evitar las siestas, el café, el mate, el alcohol y las gaseosas; No realizar comidas copiosas y pesadas en la cena y evitar medicamentos que puedan producir insomnio, como los diuréticos y los corticoides.

Cuando es difícil conciliar el sueño, seguramente ayudará establecer una rutina que permita ir a dormir todos los días a la misma hora. Es necesario contar con una cama cómoda, un ambiente silencioso, con buen clima y evitar la entrada de luz en la madrugada. Los ejercicios de respiración con el objetivo de lograr una relajación, puede resultar de ayuda para conciliar el sueño.

En algunos casos, el revertir malos hábitos, será tratamiento suficiente. En otros, el médico deberá indicar un tratamiento psicológico y/o farmacológico. Existen diversos medicamentos para tratar el insomnio, desde sedantes, hipnóticos y antidepresivos. En ningún caso se recomienda la automedicación, ya que algunos de estos fármacos pueden generar efectos secundarios, tolerancia y adicción.

Dra. Jimena Ross.

Médica, Psiquiatra – M.P. 33073

Miembro de Fundación Clínica de la Familia


Nota publicada en diario Puntal el sábado 8 de julio de 2017.

Informar para la Salud - 23-07-16


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