En el artículo se informa acerca de los aportes de la nutrición al tratamiento de los niños y adolescentes, que presentan este problema.

En la actualidad el tratamiento recomendado en el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es multimodal. Es decir, que contempla los aspectos psicológicos, psicoeducativos a la familia y farmacológicos, de ser necesario. Pero además, la nutrición puede hacer sus aportes para complementar estos tratamientos.

En los últimos años está aumentando de forma muy preocupante, sobre todo en los países más evolucionados, la mal nutrición infanto-juvenil, como consecuencia de dietas poco equilibradas, donde abundan los excesos de azucares, grasas y un déficit de vitaminas y minerales.

Según un estudio realizado en USA sobre obesidad infantil y TDAH, los niños con este trastorno tienen un 50% más de probabilidades de ser obesos. Los problemas en la alimentación de un niño con TDAH, estarían relacionados con la ingesta impulsiva y la falta de masticación.

En el caso de los niños y adolescentes con TDAH, la alimentación es un pilar esencial. Bien entendida puede aportar nutrientes esenciales que mejoran el funcionamiento del sistema nervioso repercutiendo positivamente en el rendimiento intelectual y comportamental, y por otra parte, porque en ocasiones la falta de apetito provocado por el tratamiento farmacológico, puede llevar a desequilibrios nutricionales.

Alimentos recomendados en TDAH

Hidratos de carbono. Nuestro cerebro necesita azúcares, la forma más saludable de obtenerlos es a través del consumo de hidratos de carbono complejos. Estos deberían suponer un 40-50% de nuestra dieta. La ventaja es que estos azúcares complejos se van liberando poco a poco, lentamente y no tendremos los problemas de los azúcares simples (picos y subidas de azúcar repentina con las consecuentes bajadas bruscas de azúcar por segregación de insulina). Entre los hidratos complejos encontramos: el arroz integral, la quinoa, el mijo, el trigo sarraceno, la avena, el centeno; los panes, pastas y productos realizados con ellos, todo tipo de legumbres y semillas.

Ácidos grasos saludables. Los ácidos grasos omega 3 y omega 6 (pescado, nueces, almendras, aceites vegetales, semillas, frutos secos, aceitunas, palta, entre otros) mejoran la circulación sanguínea disminuyendo los riesgos cardiovasculares y aumentando la circulación cerebral. Estos aceites son los que “engrasan” la maquinaria del sistema nervioso central para que este funcione correctamente. Son especialmente importantes en las etapas críticas de neurodesarrollo (desarrollo fetal, primeros años de vida, épocas de crecimiento y maduración).

Vitaminas y minerales. La carencia de hierro puede ocasionar problemas atencionales y dificultad en la concentración. Mantener los niveles óptimos de este mineral favorecerá el rendimiento, junto a la vitamina C, en la modulación de la dopamina, neurotransmisor capital en el TDAH. Otros minerales como el magnesio, el zinc, también tienen una relación directa con el rendimiento intelectual y comportamental. Las vitaminas del grupo «B» son esenciales a la hora de conseguir un buen funcionamiento del sistema nervioso, evitando los estados de agitación, nerviosismo y ansiedad.

Alimentos a evitar en TDAH

Los azúcares refinados. Estos tienen efecto en la actividad intelectual (son la gasolina del cerebro) pero para que el rendimiento sea óptimo estos deben ser de buena calidad y deben estar ajustados en cantidad, para evitar picos y bajadas de actividad. Estos ingresan al torrente sanguíneo rápidamente. Por lo tanto, producen cambios rápidos en los niveles de azúcar en la sangre. Esto puede hacer que un niño se vuelva más activo. Además de todo esto, produce una  adicción, nuestro cerebro necesita de los azúcares para realizar gran parte de su trabajo, y lo más fácil es recurrir a la vía más rápida, los azúcares simples: alfajores. galletas, tortas, refrescos, etc. El problema es que entramos en un área peligrosa, cuanto más consumimos, más necesitamos.

Alimentos y bebidas estimulantes. Estos aumentan el estado de alerta, la atención y la energía, así como la presión arterial, la frecuencia cardiaca y la respiración. (cafeína, teína, bebidas energéticas, ginseng, guaraná, jalea real, etc.) Los estimulantes tomados sin control pueden ocasionar efectos adversos a corto y medio plazo, como nerviosismo, aumento de la hiperactividad, fatiga y ansiedad. En el caso de los afectados por TDAH, existe un riesgo mayor de efectos adversos al combinar estos estimulantes con la medicación psico-estimulante prescripta para el tratamiento.

En la alimentación de un niño con este trastorno, es fundamental que los padres no tomen una actitud sobre-protectora y le otorguen autonomía para decidir sobre su alimentación, brindándole siempre opciones saludables, además de establecer horarios de comidas, colaciones, en un ambiente ordenado y educando con el ejemplo. Por otro lado, es fundamental estimularlos que dediquen parte de su ocio, a la práctica de algún deporte. 

Lic. Florencia Córdoba. Nutricionista – M.P. 3348

Miembro de Fundación Clínica de la Familia


Nota publicada en diario Puntal el sábado 30 de septiembre.

Informar para la Salud - 05-08-17 


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