La autora reflexiona acerca de la relación entre los aspectos afectivos y la sobrealimentación, a la luz de los cambios que se logran luego de las intervenciones quirúrgicas por este trastorno alimentario.

La terapia psicológica en pacientes con obesidad, o en pacientes que van a someterse a una cirugía bariátrica colabora, entre otras cosas, en mostrar al paciente cual es la diferencia entre el nombrar las emociones y el comer. De esta manera cada uno de ellos va a ir reconstruyendo sus vínculos a través de la palabra, y pudiendo nombrar las situaciones o momentos que le producen angustia, alegría, enojo, placer, llorarlas, vivirlas, hacerlas propias y transmutar así la acción de comer, como una mera forma de evitar emocionarse, por el hablar. Ambas acciones relacionadas con la misma zona erógena que produce placer, la boca.

Algunos autores hablan de la relación existente entre sobrealimentación y alexitimia. Este término es utilizado para definir la dificultad de la persona para identificar las emociones y expresarlas verbalmente. Esta dificultad ha sido evaluada, por diferentes estudios psicológicos, en pacientes obesos, especialmente en mujeres, que nos indicarían que existe una relación estrecha entre sobrealimentación y alexitimia. Especialmente de estados emocionales negativos, como un modo de autoregulación de las mismas. Es decir, estos estudios nos indicarían que algunas personas obesas ingieren el alimento como una manera de poder manejar sus estados anímicos.

Brevemente y solo a modo de explicación, esta conducta se relaciona desde el psicoanálisis, con una deficiencia en el vinculo primordial: bebe-madre, y la imposibilidad de simbolización de esta última. Es decir, la dificultad para distinguir entre las necesidades fisiológicas (comer, por ejemplo) y las emocionales del bebe (angustia ante determinada situación perturbadora). Este modelo es el que se iría repitiendo a través de los años hasta encontrarnos en la adultez, con lo que anteriormente mencionamos. Una persona que no puede diferenciar entre lo que es el hambre verdadero, cuando lo siente, y la ansiedad, la angustia, la alegría… lo que incitaría a la conducta de comer o devorar.

Ahora bien, que sucede con las emociones luego de la cirugía bariátrica. Un paciente que toma esta la decisión, ha pasado por varias situaciones que provocaron angustia y algunas de las cuales fueron rechazadas por la conciencia, como mecanismo de defensa y otras fueron absorbidas por la persona como algo “casi natural”. Teniendo que sobreactuar situaciones para que esto no lo desbordara psicológicamente.

La cirugía se presenta ante ellos, como la posibilidad de cambiar, en principio, su estado físico, metabólico; es la posibilidad de seguir viviendo, con todo lo que esta afirmación implica realmente; respirar a un ritmo normal, caminar, dormir tranquilamente, sin sobresaltos, para nombrar tan solo estas funciones básicas. El paciente sabe, porque lo escucha de otras personas, investiga, que junto con estos cambios físicos se avecinan también cambios emocionales, no solo la alegría de que lo elogien, o pueda vestirse como siempre lo deseo, o que sea aceptado en lugares públicos sin resquemores, o sentirse anímicamente mejor, también se presentan otro tipos de emociones, que en muchos casos han sido las temidas durante su infancia o a lo largo de toda su vida. Que son las emociones negativas. Miedo al fracaso, miedo a volver a engordar, sentimientos de inseguridad a desconocer ese cuerpo nuevo, a que dejen de quererlo, a no ser mas aceptado en algunos lugares ya ganados y conocidos. La situación es la siguiente, hasta ese momento, previo a la cirugía, la persona necesitaba ordenarse de acuerdo a las exigencias del mundo exterior, regulando esos estados anímicos para adecuarse al otro, lo que le implicaba el costo de no escucharse o de no comprender sus propias emociones. Sometiéndose así, a niveles de exigencias muy altos que provienen de lo que son sus ideales.

Durante el tratamiento psicológico pre y post quirúrgico se le brindan herramientas para que pueda readaptarse a su nueva situación emocional y a ese mismo mundo que lo rodeaba, pero que ahora debe resignificar.

Lic. Analía Fazzano,

Psicóloga – M.P. 3661

Miembro de Fundación Clínica de la Familia


Nota publicada en diario Puntal el sábado 1 de abril de 2017.

Informar para la Salud - 23-07-16


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