Nota publicada en diario Puntal el día 3 de noviembre de 2012

Pese a ser época de definiciones, muchos chicos no saben qué proyecto de vida quieren. Para ello, hay que revisar intereses personales, destrezas y la oferta académica existente. Cómo puede ayudar la orientación vocacional

Otra vez, a esta altura del año un gran número de alumnos está a punto de egresar del secundario y, entre ellos, muchos todavía no tienen en claro qué harán con su futuro. Habitualmente, en esta época se suelen terminar de definir las preferencias, y muchos acuden a la ayuda profesional.

Elegir implica siempre dejar algo de lado, al igual que cuando se toma un determinado camino. Pero no siempre es fácil decantar esa decisión, renunciando al resto de las opciones.

En este cuadro, la orientación vocacional aparece como un proceso destinado a ofrecer algunas herramientas para tomar mejores decisiones.

Por lo general, se asocia la orientación vocacional con el contexto de la elección de una carrera universitaria, pero lo cierto es que el abanico de posibilidades es mucho más amplio.

En rigor, el mismo proceso se puede aplicar a cualquier toma de decisión, en cualquier momento de la vida. Lo central son las herramientas que ofrece para pensar las elecciones personales.

En primer lugar, la orientación vocacional trabaja para determinar cuáles son los intereses más sólidos de la persona. Es decir, establecer las preferencias en función de las afinidades y los gustos.

Además, se tienen en cuenta las habilidades y capacidades personales para desenvolverse en determinadas áreas. Es decir, más allá de los intereses, hay que conjugar las propias destrezas. Una persona puede aspirar a ser ingeniero nuclear, por ejemplo, pero no ser bueno en el cálculo, y allí habría una seria dificultad.

En tercer lugar, no hay que perder de vista en qué lugar se imagina trabajando la persona. Esto es, qué posición quiere ocupar dentro del mundo del trabajo. No es lo mismo querer ser médico que querer ser psiquiatra, sin ir más lejos.

Por último, es fundamental conocer la oferta académica, al menos para el caso de los estudiantes. Esto permite hacer una elección más ajustada de la carrera, en función de los intereses, las habilidades y el trabajo que la persona se imagina haciendo.

La orientación y los test vocacionales

Por ejemplo, un joven familiarizado con el campo y hábil para los números quizá se incline por una carrera universitaria clásica, como ingeniería agronómica o veterinaria. Pero lo más probable es que, por sus intereses y habilidades, lo que más se ajuste a sus características sea administración de empresas agropecuarias.

En síntesis, para la elección de una carrera, de una profesión o de un oficio, las variables a tener en cuenta son: intereses, habilidades, capacidades y la oferta disponible.

Se suele confundir la orientación vocacional con los test vocacionales, pero éstos son apenas una parte del proceso. Generalmente, las pruebas que se pueden hacer vía Internet arrojan como resultado la determinación de una serie de áreas de interés, que luego se pueden relacionar con carreras universitarias.

El problema es que terminan siendo datos aislados, que dejan de lado características clave de la personalidad, y que muchas veces no se pueden aprovechar. No se debe perder de vista que, a fin de cuentas, se trata nada más y nada menos que de la elección de un proyecto de vida.

Qué es la reorientación vocacional

Un aspecto menos conocido es la reorientación vocacional, un proceso que se lleva adelante con quienes ya eligieron una carrera pero deciden cambiar. Lo mismo vale para quienes ya traen un recorrido laboral.

Por lo general, se trata de personas que entraron en crisis con lo que ellas mismas eligieron. Habitualmente, esto genera angustia, porque sienten que han “perdido el tiempo”. Es decir que llegan a la consulta renegando de lo que hicieron.

En estos casos, la primera parte del trabajo consiste en capitalizar todo esa experiencia previa que la persona rechaza. Al fin y al cabo, todo lo que hizo fue un aprendizaje, es un dato positivo y sirve para volver a elegir.

Sin ir más lejos, alguien que cursó una carrera universitaria por 4 años, aprendió a cursar, a rendir un examen, a estudiar y lo que significa la Universidad. Además, por lo general, tiene más claro lo que quiere y lo que no quiere hacer en adelante.

Lic. Cecilia Ortíz (M.P. 4520) Miembro de la Fundación Clínica de la Familia


Escucha la entrevista a la Lic. Cecilia Ortíz realizada en el micro de Informar para la salud de FM Digital 91.9 el día 6 de noviembre de 2012:


 

Elegir una carrera desafio para padres y adolescentes 3-11-2012


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