La autora reflexiona acerca de la constitución de estas capacidades humanas que nos permiten entender al prójimo, relacionarnos sanamente y estar más cerca de la felicidad.

Informar para la Salud - 31-10-15

La ética se define como la rama de la filosofía que se dedica a las cuestiones morales. Tiene como centro de atención a las acciones humanas y aquellos aspectos de las mismas que se relacionan con el bien, la virtud, el deber, la felicidad y la vida realizada.

En este articulo, consideraremos los aspectos psicológicos de la ética en el individuo y por qué es tan importante en el desarrollo de una persona. Las raíces de la ética las debemos buscar en la primer infancia, con las primeras renuncias que realizamos los seres humanos de los placeres autoeróticos.

Por ejemplo, el niño deja los pañales (que implica siempre una renuncia) porque reconoce que hay otro (papá, mamá) al que quiere satisfacer, se da cuenta en un momento de que su cuerpo (considerado hasta ese momento maravilloso por él y sus mayores) no es tan perfecto y deja de mostrarse desnudo, por ejemplo. El exhibicionismo infantil, el control de esfínteres, etcétera, se instalan cuando el niño es capaz de reconocer que ciertas conductas no generan aceptación de los adultos o el medio que lo rodea. Es por ello que este proceso se da en la intersubjetividad, o dicho de otra forma, en la interrelación con otro humano. Aparece el pudor, el asco y la vergüenza. Siendo estos los primeros sentimientos morales que tiene un sujeto.

Si el niño cree que determinadas conductas son desagradables para otros, entonces sentirá vergüenza, porque corre riesgo de no ser amado por el otro. De manera que la ética siempre alude a la terceridad, a un daño que le podemos producir a otro, por ello, también está ligada a la culpabilidad.

En la teoría se le llama diques anímicos a la vergüenza y el asco. Este último representa algo del exterior que no se tolera, y este rechazo se siente a nivel corporal. El pudor está asociado a aquello que se mostró y no debió ser mostrado, se siente que queda colocado en una posición de inferioridad con respecto a otro. La vergüenza, en cambio tiene que ver con la transgresión a alguna ley moral, y tiene carácter intrasubjetivo (es conmigo). Por otro lado, la culpa está relacionada con el daño a un tercero. Con estos sentimientos, el niño cimenta las bases de la ética, porque reconoce al otro y hace cosas o deja de hacer otras, por amor a otro.

También la compasión es un sentimiento primario, que demuestra que la persona ya es un sujeto ético, cuando nos podemos poner en lugar del otro y sentir pena por alguna situación de sufrimiento ajeno.

La ética y la sensibilidad moral nos convierten en mejores personas, porque gracias a ellas podemos apreciar las necesidades de los demás, y más tarde advertir lo que piensan o lo que sienten.

También se puede hablar de empatía, porque son todos términos entrelazados. La empatía es aquella capacidad que nos permite ponernos en lugar de otro y entenderlo. Es también, una destreza básica de la comunicación interpersonal, es fundamental para comprender en profundidad el mensaje del otro.

Para desarrollar estas potencialidades es preciso ejercitar la capacidad de observación y de escucha, para saber cómo se siente la otra persona, ej. ¿Cuida en exceso su imagen o va descuidada? , ¿Baja el tono de voz cuando menciona determinados temas?, ¿Suele sonreír o frunce el ceño? Con una mirada atenta podemos intuir si se siente bien, regular o mal.

El desarrollo de la empatía nos permite establecer relaciones más sanas y auténticas e incluso evitar o prevenir conflictos. Es clave en las relaciones interpersonales exitosas, es la capacidad de “leer emocionalmente” al otro.

Así como la autoconsciencia emocional es un aspecto muy importante para entendernos, la empatía es como una especie de radar social que nos permite navegar en el mar de nuestras relaciones.

Debemos tener en cuenta además, que nuestras relaciones se basan en manifestaciones verbales y otras no verbales, como el lenguaje de los gestos, que son señales invisibles en apariencia, pero que hay que saber interpretar. Por ello, se puede decir que la base de la moralidad debe hallarse en la empatía, donde a su vez descansa la raíz del altruismo.

Claves

La ética se define como la rama de la filosofía que se dedica a las cuestiones morales. La empatía es un concepto de la psicología, que se refiere a la capacidad que nos permite ponernos en lugar de otro. El desarrollo de ambos capacidades humanas están entrelazadas y podríamos decir que la base de la moralidad puede ser la empatía.

Lic. Estela Dova. Psicóloga. M.P. 1936
Mg. en Psicoanálisis Miembro de Fundación Clínica de la Familia


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