En el artículo se describe el síndrome de Burnout que puede desarrollarse en personas con ciertos rasgos de personalidad, como consecuencia del ámbito laboral.

Informar para la Salud - 09-04-16

El Síndrome de Burnout, más conocido como “síndrome del quemado”, es un trastorno psicológico percibido por quienes lo sufren como un estado de agotamiento físico, mental y emocional proveniente del estrés causado como consecuencia del trabajo.

Es un proceso que evoluciona de manera paulatina produciendo dificultad para resolver problemas anteriormente sencillos y la sensación de frustración comienza a hacerse constante desarrollando una actitud negativa hacia el trabajo que se desempeña.

El término fue utilizado por primera vez en 1969 para describir el comportamiento extraño de algunos policías de aquella época. Posteriormente, en 1974 el psicólogo estadounidense Freudenberger se refirió al mismo como un estado de sobrecarga laboral que generaba principalmente sentimientos de agotamiento y frustración. Luego se realizaron numerosas investigaciones para conocer más profundamente aquel fenómeno, donde la más destacada fue la desarrollada por los especialistas Maslach y Jakson en 1981 ya que describieron la tridimensionalidad del Síndrome: cansancio emocional, despersonalización y la baja realización personal.

Actualmente se conoce que quienes están en mayor riesgo de sufrir estrés laboral son aquellos que sostienen interacciones con terceros de manera intensa y prolongada en el tiempo como los docentes, personal sanitario (médicos, enfermeros, trabajadores sociales, psicólogos, etc.), personal de las fuerzas armadas, operadores telefónicos y deportistas fundamentalmente de elite.

Existen múltiples causas originarias del Síndrome de Burnout entre las cuales pueden mencionarse: jornadas extensas (mayores a 8 hs. diarias), baja remuneración, exceso de burocratización, responsabilidades excesivas, deprivación del sueño, falta de infraestructura (oficinas sin ventilación por ejemplo), entre otros.

También se debe considerar el perfil del profesional o del trabajador ante las situaciones negativas o generadoras de estrés, ya que es un factor fundamental a la hora de prevenir el Síndrome de Burnout: quienes poseen mejores estrategias de afrontamiento, resiliencia y resistencia tienen un menor riesgo de caer bajos los efectos de esta patología, que encuentra en la “aceleración” del mundo actual un contexto ideal para desarrollarse. Las personas idealistas, perfeccionistas o de personalidad dramática suelen ser más propensos a “quemarse”.

Las principales señales de alarma son el agotamiento físico y mental, sentimientos de frustración y escaza realización personal, pérdida de la capacidad de disfrutar del trabajo ya que el mismo resulta monótono, baja autoestima, sensación de nerviosismo constante, dificultad para concentrarse, cefalea, problemas digestivos, bajo peso u obesidad,  trastornos del sueño (insomnio) e irritabilidad. Muchas veces esto puede conducir al consumo excesivo de diversas sustancias (desde cafeína y psicofármacos, llegando en algunos casos al consumo de diferentes drogas) y también al ausentismo al puesto de trabajo de manera cada vez más recurrente, con las consecuencias sociales y económicas que esto acarrea.

Estos síntomas si bien se deben a las circunstancias laborales de quienes lo sufren, comienzan a afectar otras áreas de la vida del paciente generando sensación de estrés persistente, aún en el tiempo libre ya que la persona siente incapacidad para relajarse y abstraerse del trabajo.

Con el paso del tiempo, el “estar quemado” provoca alteraciones no solo en lo laboral, sino también en lo social y familiar de quien lo sufre, produciendo un malestar generalizado.

El manejo de estrategias adecuadas también puede ayudar a disminuir las posibilidades de “quemarse”: identificar factores estresantes buscando alternativas posibles para enfrentarlos, apoyarse en un superior y saber delegar, mantener una actitud positiva que permitan la exploración de intereses y habilidades personales, generar nuevos aprendizajes evitando la monotonía y caer en el aburrimiento, mantener una comunicación fluida y eficaz, en caso de ser necesario buscar apoyo profesional.

Por lo tanto, se considera importante detectarlo y poder desarrollar estrategias que permitan un manejo adecuado del estrés como tener tiempo libre para desarrollar algún hobbie o un deporte, realizar actividad física de manera regular, mantener relaciones fluidas y saludables con amigos, familiares o compañeros de otras actividades, descansar y alimentarse saludablemente.

Escuchar nuestro cuerpo a tiempo y sus señales de alarma es el  mejor camino para el bienestar emocional.

 

Lic. Josefina Peano. Psicóloga – M.P. 7777

Miembro de Fundación Clínica de la Familia


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