El autor propone promover ciudadanía y cohesión social con esta manera de entender y solucionar los conflictos humanos.

Como en toda transición paradigmática, la que estamos atravesando nos ubica ante un panorama de enormes y contradictorias posibilidades.

Desmoronada la Posmodernidad junto con las Torres Gemelas, la “Contemporaneidad Intermitente” nos ofrece un panorama en el que se combinan sociedades y sujetos fragmentados, mercados desregulados y estados de excepción permanentes, vigilancia continua e hipercontrol, guerras preventivas que justifican la tortura y la matanza de civiles (Esther Díaz) y el proyecto fáustico del hombre postorgánico con su secuela deshumanizante (digitalización de la vida,  bioprogramación o formateo acelerado de cuerpos y almas, etc.) (Paula Sibilia).

Esas son algunas características del mundo en el que vivimos, pero no las únicas y, además, no se trata de un destino necesario e ineludible.

Sin tanta visibilidad mediática, muchas personas, grupos y movimientos sociales apuestan a que “otro mundo es posible” y trabajan para construir sociedades más igualitarias, participativas, integradas e inclusivas, en las que se promueve la diversidad y se procura la autogestión de la convivencia a través de mecanismos diferentes al hipercontrol, cuestionando la lógica inmunitaria que pretende eliminar al diferente, al extraño, al extranjero, rotulados como “enemigos” o “peligrosos”.

La Mediación es una de esas formas democráticas de gestionar la interacción social. Desconocida por la mayoría de la población y relegada a un papel menor al de sus reales potencialidades, la utilización del abanico de herramientas que la mediación pone a disposición, permite “generar cohesión social” en la diversidad, al mismo tiempo que “promover ciudadanía”.

“Generar cohesión social” significa reconstruir el tejido comunitario, enhebrando la trama de relaciones interpersonales allí donde la fragmentación social ha producido agujeros que separan, grietas que dividen y conducen a enfrentamientos violentos.

“Promover ciudadanía” denota devolver a las personas la posibilidad de gestionar las relaciones intersubjetivas por sí mismas, sin imposiciones externas, para generar una realidad social de responsabilidad compartida.  Promoviendo el diálogo en todas las instancias en donde se produce interacción social se impulsa la participación, de forma tal que la sociedad sea realmente el resultado del modo en que nos relacionamos  y no el producto del diseño de unas pocas “mentes iluminadas” y de la obediencia y pasividad del resto.

Investigaciones científicas demuestran que además de revertir la tendencia a los enfrentamientos que caracteriza a las fragmentadas sociedades Post-Postmodernas, la Mediación también produce resultados económicamente provechosos. Por ejemplo, en el marco de un proyecto de Mediación Comunitaria financiado por la Unión Europea en un grupo de municipios de la Región del Véneto en Italia, se midieron comparativamente los gastos erogados en una intervención puntual de mediación escolar con y sin participación del servicio de mediación activado por el mismo proyecto. Así, los gastos se calcularon en más de € 45.000 sin servicio de mediación y, utilizándola, las erogaciones –incluyendo la inversión en Mediación- descendieron a menos de € 9.000, con tendencia decreciente porque al cambiar la forma de interactuar no sólo mejora la calidad de vida, sino que también se reducen los costos de la convivencia.

Para que puedan expandirse en plenitud los señalados beneficios de la Mediación, con sus posibilidades de transformar la realidad social, es necesario sacarla de los nichos a los que la hemos circunscripto para convertirla en una política de gobierno (mejor aún si fuera de estado), que articule en un Programa de Promoción de Ciudadanía y Cohesión Social las distintas posibilidades de intervención con métodos participativos de prevención y resolución de conflictos, en todos los sectores en donde se articula la interacción social.

Toda transición paradigmática es tanto un riesgo como una oportunidad. Estamos en un punto crucial: podemos seguir agravando el problema denominado “inseguridad” aumentando los gastos en vigilancia, control, encierro… o buscar otras formas más democráticas, económicas y eficaces de generar cohesión social y promover ciudadanía con un uso eficiente de los recursos. La Mediación, como política de gobierno o de estado, es actualmente una posibilidad justamente por estar repotenciada, asumamos entonces el riesgo de transformarla en una oportunidad, comprometiéndonos en la realización de un objetivo que nos trasciende individualmente para permitirnos crecer como miembros de una sociedad más equitativa y más humana.

Invitado especial: Dr. Rolando Oscar Guadagna 

Juez en lo Civil, Comercial y Familia.


 

Publicado en Diario Puntal el sábado 16 de julio de 2016

Informar para la Salud - 28-05-16


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